La Vía de la Plata

La Vía de la Plata ha constituido a lo largo de la historia uno de los caminos peninsulares más importantes, formado por la unión de dos grandes rutas romanas, mencionadas en el "Itinerario de Antonino",guía principal de los caminos de época romana del siglo III d.C.

Ambas calzadas unían axialmente el occidente de la Península Ibérica y formaban parte de las conocidas vías XXIII, llamada "Iter ab Ostio Fluminis Anae Emeritam Usque", que comunicaba la desembocadura del río Ana (Guadiana) con Augusta Emerita (Mérida), y la vía XXIV, el "Iter ab Emerita Caesaraugustam ", que enlazaba las actuales ciudades de Mérida y Zaragoza a través de Astorga. De estas dos grandes rutas, el tramo que denominamos Vía de la Plata uniría Sevilla con Astorga. Su actual nombre, "Vía de la Plata", procede de la Edad Media y deriva de la palabra árabe "Ba La Ta", que significa camino empedrado.

Geográficamente, la Vía de la Plata atraviesa de sur a norte la Comunidad Extremeña. Tras pasar el Real de la Jara (provincia de Sevilla), inicia su recorrido por el término municipal de Monesterio, en el límite sur de la provincia pacense, para encaminarse hacia el norte, donde se ubica la localidad de Baños de Montemayor, entre el límite provincial de Cáceres y Salamanca. Atrás habrá dejado enclaves como Augusta Emerita (Mérida), importante cruce de caminos y la colonia Norba Caesarina (Cáceres).

Este camino, de carácter lineal, se ha conservado hasta nuestros días, marcando una fuerte impronta en la ordenación del territorio, adaptándose a las necesidades de cada momento, no sin ciertas modificaciones en su trazado en determinadas etapas de su historia, especialmente en época medieval con la fundación de nuevas poblaciones cristianas como la ciudad de Plasencia a finales del siglo XII.

Su origen hay que llevarlo a épocas remotas, a la prehistoria, cuando se producen las primeras ocupaciones del territorio. En esos momentos el camino es una senda natural, el paso obligado de especies faunísticas entre la meseta y la actual región andaluza y que favorece al intercambio cultural.

Con la civilización romana, bajo mandato del emperador Augusto, se traza su recorrido total. En estos momentos la vía se va a convertir en el eje que vertebra una importante red de caminos que facilitan la colonización del territorio.

A lo largo de la historia, el camino ha sido testigo de diversos acontecimientos que demuestran su uso. Fue utilizada como ruta de conquista en la invasión de las tropas africanas que se introducirán en la Península desde el sur a partir del año 711, y a su vez, como vía de penetración para la reconquista y repoblación del territorio por los cristianos.

En la Edad Media, tras la reconquista, se levantarán en distintos puntos de la calzada, edificios de culto al apóstol Santiago. Estas construcciones son testigos del paso de los peregrinos desde el sur a Santiago de Compostela.

El camino recuperará importancia al convertirse en vía pecuaria en muchos de sus tramos, utilizados para el movimiento de ganado, en busca de pastos hacia el norte de la Península en verano y desde el norte al sur en el otoño, ya que Extremadura ofrece un clima más suave. Esta transhumancia ganadera será arbitrada por el Honrado Concejo de La Mesta, institución creada en el siglo XIII.

La vía de la Plata seguirá en uso prácticamente hasta nuestros días cuando se ve sustituida por la llegada del ferrocarril y la construcción de las carreteras modernas, que en ocasiones coinciden en su trayecto con ella.

A lo largo de su trazado, son muchos los elementos patrimoniales asociados a su historia: miliarios, mansiones, puentes, asentamientos humanos, que aportan una valiosa ayuda para comprender y conocer este milenario camino.

Hoy, en los albores del siglo XXI, a través del proyecto Alba Plata, esta calzada de gran valor histórico y patrimonial, que ha permitido la relación entre los distintos asentamientos humanos, la organización del territorio y la transformación del paisaje desde época romana hasta nuestros días, ha comenzado a ser recuperada como camino y como eje vertebrador cultural del territorio.

La restauración de parte de este patrimonio, ha reactivado la oferta cultural del recorrido, adecuando edificios históricos, castillos, antiguos conventos y yacimientos arqueológicos como: albergues, centros de interpretación, edificios culturales o simplemente como patrimonio visitable, a lo largo de todo su recorrido, que ha sido además, señalizado.

Estas intervenciones han servido para complementar y unificar la lectura del patrimonio cultural y natural afectado por la vía y han contribuido al entendimiento definitivo del trazado histórico, a su recuperación y a la apuesta definitiva de su futuro.